El fundador de esta celebración proviene del Papa Gregorio III de la Iglesia Católica, quien en su tiempo papal (731-741) consagró una capilla en la Basílica de San Pedro en honor de todos los Santos.
Esto tenía como objetivo que todos los santos fueran recordados al menos un día al año. Años más tarde, a mediados del siglo IX, el Papa Gregorio IV, en tiempos de Luis El Piadoso, extendió su celebración a toda la Iglesia en el año 835.
El 1 de noviembre, fue el día escogido porque coincidía con una festividad de los pueblos germanos, teniendo como objetivo principal eliminar toda festividad que fuera ajena a la Iglesia Católica.
El hecho de ser un día en que se honra a todos los santos hace que sea festivo y no laborable. Sin embargo, en nuestro país, se concidera como un feriado no renunciable, por lo cual el comercio mantiene sus horarios con total normalidad.